Como saben (o no), hace dos semanas se casó una prima. Fue algo improvisado ya que su ahora esposo debe ir a trabajar a Canadá y querían ser marido y mujer antes de que se marchara. Nos citaron a las once de la mañana en el registro civil de Coyoacán, fuimos solo la familia cercana. Mientras esperábamos a que el juez hiciera lo suyo, me senté en una banca. Al poco rato llegó una mujer de cincuenta y tantos años cargando a un bebé. Se sentó junto a mí, parecía estar esperando a alguien. Minutos después llegaron un muchacho y una muchacha de unos veintitantos años. Se veían cansados y angustiados. Le cedí el asiento a la muchacha y fui a sentarme a una fuente que estaba en el centro del edificio. El muchacho hizo lo mismo. Buenas tardes, me dijo. Le dije hola y le sonreí. Él tenía el cabello chino esponjado, usaba lentes, era robusto y vestía con ropa un tanto sucia y que le quedaba muy apretada. -¿Qué esperas? ¿Te vas a casar? preguntó. ...