Desde… toda
la vida, en mi casa desaparecen y aparecen cosas sin explicación alguna.
Cuando tenía
como ocho años mi mamá me compró un Gonzo de peluche que siempre estaba encima de
un sillón de la sala:
Un día, de la
nada, Gonzo desapareció dejando en mí un vacío que he intentado llenar con
mujeres y Coca-Cola.
Cuando tenía doce, mi muñeco Garurumón:
Desapareció sin dejar rastro de la mesa del comedor.
Y así, se
pierden llaves, ropa, zapatos, celulares, ganas de vivir. Algunas cosas
aparecen, otras no.
He llegado a
la conclusión de que los culpables de tantas desapariciones inexplicables son
una perversa secta de duendecillos pagados por Televisa y el PRI.
Su misión es
desquiciarme a mí y a mi familia
ocultando cosas o moviéndolas de lugar. Como ayer que jugó el Barcelona y
busqué la playera en el clóset. No la encontré. Busqué media hora después en
el mismo lugar y ahí estaba.
La sección
Amarilla no funciona, no tiene exterminadores de sectas de duendecillos y yo
estoy desesperado, la próxima semana haré un plantón en Reforma para que se
termine esta situación.
Y bueno, escribo
esto porque se me acaban de perder mis llaves y no puedo salir.
Tengo cosas
más interesantes e importantes que contar, porque en marzo y abril mi vida ha
sido un desmadre. Ya las escribiré, lo prometo.
Mientras
tanto, envíen pizza y la séptima temporada completa de Los Simpson.
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