Era el año 2011.
Acababan de despedir a Aristegui por decirle borracho a Calderón, los Pumas se habían coronado campeones (hace seis años, qué bárbaros) y yo me encontraba casi en la cima de mi carrera tuitera.
Como saben (o no) tuíter fue muy importante para mí, porque ahí conocí amistades cabronamente importantes, me mezclé con la realeza (no como los tuiteros de hoy, todos chairos y nada sensuales) y los “Bortífagos” reventaron favstar. Y también fue el año cuando abrí mi primer blog: no recuerdo ni cómo se llamaba, pero tenía un horrendo fondo de la torre Eiffel.
Fue un usuario a quien llamaremos samuraidelasllamas quien me inspiró a abrirlo: su manera de escribir y expresarse, lleno de odio y comentarios que hacen enojar y llorar al tibio tuíter de hoy, me motivaron a salir con todo a ganar y bueno, se dio el resultado… digo, a escribir idioteces en más de 140 caracteres.
La madrugada del lunes, mientras peleaba contra el insomnio post puente, su blog apareció ante mí de manera cósmica. Volví a leer esas cinco entradas que me cautivaron aquella vez y redescubrí varias cosas:
1. El tipo tenía mi edad actual en esa época.
2. Sus consejos me sirvieron bastante.
3. Pielecita sí era mal pedo.
4. El trabajo de creativo sí es muy complicado.
Y varias más que no me da la gana compartir. Jódanse.
Obviamente nos seguimos durante años, y fue una bella relación hasta que un día pones unos cuantos tuits, se enoja y te da unfollow… pero esa es otra graciosa historia.
Creo que ahora, teniendo su edad, intentaré inspirar a más gente a etc.
Y con este post, que toma cantidades correctas de agua al día, declaro reinaugurado mi bellísimo blog.
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