Ir al contenido principal

Adiós Polanco

Como saben (o no), hace un par de meses La Pecera y todos sus hermanos menores fueron absorbidos por otra empresa, fue como formar a Devastator pero mucho menos cool. La verdad es que no podría importarme menos porque las metas de mi vida se alejan cada vez más de salvar el mundo marino y se acercan al dominio total del universo observable. Lo que me está fastidiando es que nos mudaremos, así es, después de cinco (5) años de trabajar cómodamente en Polanco, se decidió llevarnos a un lugar que no me agrada. Aún no tenemos todos los detalles, pero simplemente llegar en bicicleta es complicado, lo cual es un gran drama para el millennial ciclista vegano de izquierda y médico con estudios en el extranjero que soy. Ugh.
En general detesto los cambios y más cuando son todos apresurados y sin sentido. Pero en fin. Claro que voy a extrañar este adorable vecindario de clase alta, pero hey, no todo es Nutella sobre hotcake, por eso, aquí va una lista de cosas que voy y no voy a extrañar de Polanco:

Lo que voy a extrañar: 
-La cercanía con mi casa: Estoy a menos de media hora en bici y a menos de una hora en transporte, lo cual me permite dormir mis acostumbradas y sanas 19 horas.
-Lugares de entretenimiento y alimento: ¿Tienes hambre? Vamos a Antara o Miyana, ¿quieres ir al cine? Hay como 20, ¿quieres más entretenimiento? Vamos al teatro Telcel, o al autocinema o al Soumaya.  
-Concentración de oficinas: Es muy cómodo notar que ese importante lugar al que debes ir está a solo cinco calles de la oficina.
-Es más barato que la Roma: Cuando se trata de comer en la calle o incluso de comprar un miserable chicle, Polanco tiene precios bajos.
-Tomarle fotos al Soumaya: Es imposible no querer hacerlo, o sea, parece un baño gigante y brilla.
-La explanada del museo Jumex: Me gustaba mucho ir a sentarme a esperar o perder el tiempo mientras veía aviones y colores muy bonitos.
-La pizza de Costco: Ambrosía de Dioses a precios justos.
-Todos esos recuerdos que tengo porque pues pasaron muchas cosas en estos cinco años.

Lo que no voy a extrañar:
-Manadas Godínez: No te dejan caminar, huelen feo, acaparan cada lugar existente.
-Inundaciones: Muchas casas y jardines bonitos, pero el drenaje de Polanco es una cochinada y cuando llueve no hay una sola calle que no esté inundada. Hay incontables historias de cómo me he quedado varado deseando haber construido un arca. 
-El precio de los Ubers: Como hay tanta oficina es natural que el precio aumente indiscriminadamente. Recuerdo la navidad del 2015, cuando pagué 366 pesos por llegar a mi casa.
-Todo el maldito tránsito: Es imposible venir en coche si no estás preparado para perder al menos hora y media de tu vida cada día.
-El pésimo servicio de los empleados de Plaza Carso: Son los peores empleados que me ha tocado ver, desde gente de limpieza que hace todo mal y de mala gana hasta personal de seguridad que no está preparado para reaccionar ante la mínima contingencia. Y no me hagan empezar con la gente que atiende en Sanborns, una patada en las nalgas (pero el pie que te golpea es un hacha con virus ébola).
-Chinos y judíos.

Imagino que se me olvidan algunas cosas, pero en general prefiero Polanco que ese otro lugar atormentado por el inclemente sol a donde nos van a mandar, pero ya hablaremos de eso en otro post.

Hasta siempre, Polanco bebé.

Comentarios

Entradas populares de este blog

El penúltimo post

Entrar aquí es regresar a un lugar donde alguna vez viví, un sitio que conozco perfectamente. Abro la puerta y examino el pasado, buscando algo, cualquier cosa que le dé sentido a este regreso. Pero no encuentro más que vacío. Mentiras desparramadas como escombros, máscaras rotas que crujen bajo mis pasos, bromas que jamás tuvieron gracia. Todo está destruido. Me detengo a respirar, pero me ahogo con el aire contaminado de recuerdos. Encuentro un espejo, uno que no recordaba, y me miro, esperando encontrar al que alguna vez fui, al que habitó este lugar. Pero la oscuridad lo devora todo. No hay rostro, no hay nada. Cierro la puerta con fuerza y decido quemarlo todo. Este lugar, este momento y esta historia ya no existen.  ¿Ha pasado tanto tiempo? Sí. Y solo avanza. Nunca regresa. Hubo un día, uno que no puedo borrar, en el que tomé la decisión que me trajo exactamente aquí, a este lugar frío y vacío. Aquí no hay paredes ni horizonte, pero la falta de límites no libera; al contrario...

La metáfora del Paketaxo

Hace días tuve una interesante conversación con alguien a quien llamaremos P ingüino.   Hablábamos de La Mujer. Deben saber que el muchacho tenía tres o cuatro fans, pero por una serie de eventos, jamás les hizo caso. Lo cuestioné un poco más sobre ellas, a lo que respondió con la siguiente frase: " Voy a usar la metáfora del Paketaxo". Los Paketaxos son como las mujeres: Hay cuatro (4) tipos. Primero tenemos al Paketaxo amarillo. A ese nadie lo quiere, siempre es la última opción y prefieres no comer nada que meter la mano y encontrar un sabritón. No digo que no te lo chingarías, pero solo lo harías si estuvieras muriendo de hambre o estuvieras muy ebrio. Luego está el Paketaxo Verde. No es mucho mejor que el amarillo, pero te llama más la atención. Puedes acabártelo sin pedos y a veces, podrías buscar más. Sigue sin ser el ideal, pero como botana está bien.  Seguimos con el Paketaxo Azul. El mejor de todos. Cada cosa que tiene es deliciosa y perfecta y matarías...

El último post

Damas y caballeros, estimados lectores que me han acompañado durante más de una década: Como saben (o no) este es el último post de Porque Algo . Sí, el final. Si lograron sobrevivir a pandemias, terremotos y cualquier otra travesura del destino, los felicito; ustedes son un público tenaz, justo como esperaba. Ahora, sé lo que se están preguntando: “Maestro, ¿por qué cierra su sensual blog lleno de humor mordaz e infinitas referencias a Los Simpson?” La respuesta es simple: ya no soy El Maestro. El 2024 me arrebató todo: mi tranquilidad, mi felicidad, mi estabilidad física y emocional, mis sueños, mis deseos… y mi Nintendo. Y aunque ustedes piensen, “Pero usted siempre supera todo, ¿QUÉ ESTÁ SUCEDIENDO?” , les diré que sí, de hecho, superé algo más grande: a mí mismo. El Maestro se vio reducido a un simple aprendiz que tendrá que tomar una nueva forma. Pero, nada que unos meses de costosa terapia en casa de la chingada no pudieran remediar. No entraré en detalles. Nunca lo he hecho, ¿...